A 18 años de haber sido declarado formalmente el Centro Histórico (CH) de esta ciudad el 19 de noviembre de 1990, sigue siendo causa de polémicas y de opiniones divergentes, tanto por expertos en la materia como por autoridades locales, ciudadanos y visitantes, ya que por un lado continúa siendo un elemento emblemático de la capital del estado donde se concentran actividades políticas, sociales, culturales y de toda índole y, por otro, presenta un deterioro altamente visible.
Recordemos que el CH de cualquier ciudad forma parte del imaginario urbano, tanto de sus habitantes como de cualquier visitante o turista. Así, pensar en el de Xalapa nos lleva a una asociación natural con el Palacio de Gobierno, el Palacio Municipal, la calle Enríquez, la Plaza Lerdo, la Pinacoteca Diego Rivera, el monumento a las Cuatro Virtudes, el Monumento a la Madre, el Ágora de la Ciudad y el emblemático parque Juárez con sus añejas araucarias, el monumento al Benemérito de las Américas, sus jardines, los vendedores de globos, sus boleros y los infantes repartiendo a diestra y siniestra arroz u otras semillas a los pichones que rodean las calzadas de este espacio.
Pero también pensar en el CH de Xalapa, nos obliga a recordar lo que fue, lo que estuvo y que no volverá: la Plaza Lerdo con su fuente, después su kiosko y sus bancas y jardines; el Acuario ubicado en la parte del parque Juárez que da a las avenidas de Ávila Camacho y Ursulo Galván, en donde hoy se encuentra la entrada al viaducto, que cuando fue construido levantó, también, una fuerte polémica; el edificio de Pensiones, hoy derrumbado, etc.
Vienen a nuestra memoria otros lugares de esparcimiento que frecuentamos de niños o jovénes y hasta hace poco: el cine Lerdo, el cine Radio, el cine Variedades y el cine Xalapa, hoy derrumbados u ocupados para cuestiones comerciales. También ocupan un lugar privilegiado en nuestra memoria, porque fueron referencia obligada al pasar frente a ellas o frecuentarlas como clientes, las famosas cantinas o centros de esparcimiento (antecedentes de los hoy llamados antros) Las Palomas, el Tío Mickey y La Maritza. Y por otro lado, el conocidísimo Café de Chinos.
Pero si los CH forman parte del imaginario urbano y son elementos emblemáticos de una ciudad, también representan un ideal para buena parte de la sociedad, pues muchos los quisieramos ver limpios, sin contaminación ambiental, sin problemas de vialidad, con parques limpios y sin ratas y con los transeuntes respetando los señalamientos de los semáforos. Sin embargo, por múltiples factores, el CH como un ideal de nuestra ciudad es difícil que se genere.
Por otra parte, debemos señalar que los CH constituyen una construcción social, económica y política y no únicamente material, lo que hace que también reparemos que en ellos se generan fenómenos sociales en pequeña o gran dimensión, como son la discriminación, la exclusión, la diversidad cultural y la carencia de un consenso respecto a su conservación, preservación y dignificación.
Respecto a lo anterior, pensemos en la gente que asiste y que ingresa con diferentes motivos a los bancos, galerías de arte, cafés y discotecas que se ubican en los centros históricos. Xalapa no es ajena a ello.
Cuando las ciudades sufren crisis como ámbitos que no tienen la capacidad institucional para dar respuesta a las necedidades y demandas tanto sociales como económicas de los grupos que en ellas tienen asiento, sus centros históricos también entran en crisis porque se generan problemas que los hacen constituirse espacios de conflicto, debido a factores como el cambio del uso del suelo, problemas de vialidad, concentración de oficinas gubernamentales, carencia de estacionamientos, deterioro de su patrimonio cultural y comercio informal como los vendedores ambulantes.
Para algunos teóricos y expertos, las crisis de la ciudad se condensan, la mayoría de las veces, en su CH. Estamos convencidos que esto sucede en el de Xalapa y en nuestro parque Juárez, que constituye un elemento de referencia para todos los que aqui vivimos y para los que por diversos motivos frecuentan la capital del estado.
El parque Juárez es reconocido como uno de los más bellos de nuestro país. Su ubicación estratégica permite a los paseantes gozar de paisajes que no se pueden apreciar en otros lugares de la ciudad. Que en él estén ubicados El Ágora de la Ciudad y la Pinacoteca Diego Rivera y su cercanía con el Museo de la Ciudad (La Casita), la biblioteca Carlos Fuentes y otros centros culturales lo convierten en paso obligado de estudiantes, artistas, intelectuales y académicos. Por otra parte, encontrarse frente al Palacio Municipal y a un lado del Palacio de Gobierno lo convierte en referencia de políticos y líderes de toda la entidad.
También, su cercanía a la Plaza Lerdo hace que hacia él se dirijan decenas y cientos de manifestantes que de diversos lugares de Veracruz llegan a protestar ante las autoridades gubernamentales. Ya no se diga que resulta paso obligado de quienes acuden a la Catedral Metropolitana. Los domingos el parque Juárez es lugar de paseo y esparcimiento. En suma, este espacio pertenece a todos los jalapeños.
Pero hoy, el parque Juárez presenta elementos que lo han hecho perder la imagen de limpieza, jardín bien cuidado, lugar pacífico de reunión y de cita con amigos, lugar para bolearse los zapatos tranquilamente, es decir, el mejor lugar del CH. A cambio de ésto, observamos y padecemos un comercio informal que invade cada día más sus calzadas, festivales seudoartísticos con música estridente que en contraposición nos hace recordar a la Banda de Música del Gobierno del Estado y sus serenatas semanales, exposiciones de toda índole, etc.
De ninguna manera somos nostalgicos de épocas pasadas o de los que afirman que todo pasado fue mejor; también comprendemos y entendemos el problema del desempleo. La ciudad y con ella su CH tienen que evolucionar de acuerdo a la dinámica social, económica y política, pero si nos parece inadecuado que uno de los lugares emblemáticos de Xalapa sufra un deterioro que no pasa inadvertido para nadie, y que de ninguna manera se puede solucionar con ocurrencias o medidas a corto plazo, sino con políticas públicas enfocadas a todo el CH y con acciones concretas para salvaguardar este espacio.
“Si bien, el problema del Centro Histórico de Xalapa, como espacio urbano, social y político, se puede abordar desde diferentes perspectivas, bastan cinco propuestas para coadyuvar en su solución: la implementación de una política pública integral y no de propuestas y acciones aisladas; difundir sus dimensiones, origen y monumentos históricos que se encuentran ubicados en él; que las autoridades escuchen y atiendan las propuestas de la sociedad civil (colegios de profesionistas, expertos, historiadores, urbanistas, arquitectos, etcétera); crear una comisión edilicia encargada de todo lo relacionado con él; y, actualizar y cumplir su reglamento, separándolo del relativo al Desarrollo Urbano”.
Los xalapeños merecemos, ante otras carencias de desarrollo urbano, que por los menos este lugar goce de cuidado, mantenimiento, vigilancia y limpieza.
¿Qué esperan las autoridades correspondientes para devolver al parque Juárez en lo particular y al CH en lo general su belleza, seguridad y dignidad?
Recordemos que el CH de cualquier ciudad forma parte del imaginario urbano, tanto de sus habitantes como de cualquier visitante o turista. Así, pensar en el de Xalapa nos lleva a una asociación natural con el Palacio de Gobierno, el Palacio Municipal, la calle Enríquez, la Plaza Lerdo, la Pinacoteca Diego Rivera, el monumento a las Cuatro Virtudes, el Monumento a la Madre, el Ágora de la Ciudad y el emblemático parque Juárez con sus añejas araucarias, el monumento al Benemérito de las Américas, sus jardines, los vendedores de globos, sus boleros y los infantes repartiendo a diestra y siniestra arroz u otras semillas a los pichones que rodean las calzadas de este espacio.
Pero también pensar en el CH de Xalapa, nos obliga a recordar lo que fue, lo que estuvo y que no volverá: la Plaza Lerdo con su fuente, después su kiosko y sus bancas y jardines; el Acuario ubicado en la parte del parque Juárez que da a las avenidas de Ávila Camacho y Ursulo Galván, en donde hoy se encuentra la entrada al viaducto, que cuando fue construido levantó, también, una fuerte polémica; el edificio de Pensiones, hoy derrumbado, etc.
Vienen a nuestra memoria otros lugares de esparcimiento que frecuentamos de niños o jovénes y hasta hace poco: el cine Lerdo, el cine Radio, el cine Variedades y el cine Xalapa, hoy derrumbados u ocupados para cuestiones comerciales. También ocupan un lugar privilegiado en nuestra memoria, porque fueron referencia obligada al pasar frente a ellas o frecuentarlas como clientes, las famosas cantinas o centros de esparcimiento (antecedentes de los hoy llamados antros) Las Palomas, el Tío Mickey y La Maritza. Y por otro lado, el conocidísimo Café de Chinos.
Pero si los CH forman parte del imaginario urbano y son elementos emblemáticos de una ciudad, también representan un ideal para buena parte de la sociedad, pues muchos los quisieramos ver limpios, sin contaminación ambiental, sin problemas de vialidad, con parques limpios y sin ratas y con los transeuntes respetando los señalamientos de los semáforos. Sin embargo, por múltiples factores, el CH como un ideal de nuestra ciudad es difícil que se genere.
Por otra parte, debemos señalar que los CH constituyen una construcción social, económica y política y no únicamente material, lo que hace que también reparemos que en ellos se generan fenómenos sociales en pequeña o gran dimensión, como son la discriminación, la exclusión, la diversidad cultural y la carencia de un consenso respecto a su conservación, preservación y dignificación.
Respecto a lo anterior, pensemos en la gente que asiste y que ingresa con diferentes motivos a los bancos, galerías de arte, cafés y discotecas que se ubican en los centros históricos. Xalapa no es ajena a ello.
Cuando las ciudades sufren crisis como ámbitos que no tienen la capacidad institucional para dar respuesta a las necedidades y demandas tanto sociales como económicas de los grupos que en ellas tienen asiento, sus centros históricos también entran en crisis porque se generan problemas que los hacen constituirse espacios de conflicto, debido a factores como el cambio del uso del suelo, problemas de vialidad, concentración de oficinas gubernamentales, carencia de estacionamientos, deterioro de su patrimonio cultural y comercio informal como los vendedores ambulantes.
Para algunos teóricos y expertos, las crisis de la ciudad se condensan, la mayoría de las veces, en su CH. Estamos convencidos que esto sucede en el de Xalapa y en nuestro parque Juárez, que constituye un elemento de referencia para todos los que aqui vivimos y para los que por diversos motivos frecuentan la capital del estado.
El parque Juárez es reconocido como uno de los más bellos de nuestro país. Su ubicación estratégica permite a los paseantes gozar de paisajes que no se pueden apreciar en otros lugares de la ciudad. Que en él estén ubicados El Ágora de la Ciudad y la Pinacoteca Diego Rivera y su cercanía con el Museo de la Ciudad (La Casita), la biblioteca Carlos Fuentes y otros centros culturales lo convierten en paso obligado de estudiantes, artistas, intelectuales y académicos. Por otra parte, encontrarse frente al Palacio Municipal y a un lado del Palacio de Gobierno lo convierte en referencia de políticos y líderes de toda la entidad.
También, su cercanía a la Plaza Lerdo hace que hacia él se dirijan decenas y cientos de manifestantes que de diversos lugares de Veracruz llegan a protestar ante las autoridades gubernamentales. Ya no se diga que resulta paso obligado de quienes acuden a la Catedral Metropolitana. Los domingos el parque Juárez es lugar de paseo y esparcimiento. En suma, este espacio pertenece a todos los jalapeños.
Pero hoy, el parque Juárez presenta elementos que lo han hecho perder la imagen de limpieza, jardín bien cuidado, lugar pacífico de reunión y de cita con amigos, lugar para bolearse los zapatos tranquilamente, es decir, el mejor lugar del CH. A cambio de ésto, observamos y padecemos un comercio informal que invade cada día más sus calzadas, festivales seudoartísticos con música estridente que en contraposición nos hace recordar a la Banda de Música del Gobierno del Estado y sus serenatas semanales, exposiciones de toda índole, etc.
De ninguna manera somos nostalgicos de épocas pasadas o de los que afirman que todo pasado fue mejor; también comprendemos y entendemos el problema del desempleo. La ciudad y con ella su CH tienen que evolucionar de acuerdo a la dinámica social, económica y política, pero si nos parece inadecuado que uno de los lugares emblemáticos de Xalapa sufra un deterioro que no pasa inadvertido para nadie, y que de ninguna manera se puede solucionar con ocurrencias o medidas a corto plazo, sino con políticas públicas enfocadas a todo el CH y con acciones concretas para salvaguardar este espacio.
“Si bien, el problema del Centro Histórico de Xalapa, como espacio urbano, social y político, se puede abordar desde diferentes perspectivas, bastan cinco propuestas para coadyuvar en su solución: la implementación de una política pública integral y no de propuestas y acciones aisladas; difundir sus dimensiones, origen y monumentos históricos que se encuentran ubicados en él; que las autoridades escuchen y atiendan las propuestas de la sociedad civil (colegios de profesionistas, expertos, historiadores, urbanistas, arquitectos, etcétera); crear una comisión edilicia encargada de todo lo relacionado con él; y, actualizar y cumplir su reglamento, separándolo del relativo al Desarrollo Urbano”.
Los xalapeños merecemos, ante otras carencias de desarrollo urbano, que por los menos este lugar goce de cuidado, mantenimiento, vigilancia y limpieza.
¿Qué esperan las autoridades correspondientes para devolver al parque Juárez en lo particular y al CH en lo general su belleza, seguridad y dignidad?