Ante la proximidad de mesas redondas, homenajes, foros, actividades partidistas y actos oficiales con motivo del Día Internacional de la Mujer nos vemos motivados para reflexionar acerca de esta conmemoración que a través de los años que se ha venido realizando se ha desgastado y en muchas ocasiones sirve más para el lucimiento de quienes la organizan y no para fomentar de manera real y efectiva la dignificación de la mujer, al defender sus derechos fundamentales y pugnar por políticas públicas con perspectiva de género.
En estas celebraciones ya nos acostumbramos a escuchar los “avances” de la mujer en diversos ámbitos públicos, como los son la economía, la educación y la política. También, a enterarnos de cifras que pintan un panorama halagador y que hace estallar a quienes las escuchan en los actos políticos en aplausos y reconocimiento a quien se supone es hacedor de ello.
En estos actos escuchamos disertaciones sobre teorías, enfoques y diversas perspectivas acerca de la mujer. Se habla de feminismo, género y políticas públicas con perspectiva de género. Se citan autores, nombres de mujeres famosas y se reconoce, a veces muy merecidamente, las aportaciones de diversas féminas.
Pero si bien muchas mujeres, principalmente las que viven en las ciudades, tienen algo que celebrar o se ven involucradas en festejos de un dia o dos, miles de otras en todo el planeta no tienen mucho o nada que celebrar, pues su condición personal, familiar y social no es precisamente la deseable. Nos referimos a las del ámbito rural, indígenas, desplazadas, migrantes, a las que sufren agresiones intrafamiliares, las que no tuvieron oportunidad de acceder a la educación en sus diversos niveles y que tienen que luchar dia con dia para sostenerse y mantener a sus hijos, madres solteras, a las mujeres con trabajo temporal.
Y aunque parezcamos aguafiestas no podemos dejar de mencionar algunos datos de aspectos que bosquejan la situación de la mujer en diversos ámbitos del planeta: Objetivos del Milenio, equidad de género, participación política y paridad.
En el Informe de 2007 de los Objetivos de desarrollo del Milenio la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en cuanto al objetivo 3 “Promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer” manifiesta que “La participación de las mujeres en política va en aumento, si bien se trata de un aumento lento. En enero de 2007, las mujeres representaban en todo el mundo un 17 por ciento de los parlamentos y cámaras bajas, frente a un 13 por ciento en 1990. Sin embargo, tan sólo 19 países contaron con al menos un 30 por ciento de mujeres parlamentarias. Ruanda sigue estando a la cabeza en este sentido, y está muy cercana a la paridad con un 49 por ciento de los escaños parlamentarios ocupados por mujeres. A este país le sigue Suecia y Costa Rica, donde la representación femenina es de un 47 y 39 por ciento respectivamente. En el otro extremo, algunos países no cuentan con ninguna mujer en el poder legislativo. En las elecciones 2006 en las Islas Salomón y Tuvalu, no salió ninguna mujer elegida para la cámara baja del parlamento.
“A nivel global, el acceso de las mujeres a puestos de liderazgo político también está en aumento. En marzo de 2007, había 35 mujeres presidentes en el parlamento (una cifra nunca alcanzada hasta el momento) incluyendo, por vez primera, a Gambia, Israel, Swazilandia, Turkmenistán y EE.UU. Por el contrario, no se ha observado una tendencia positiva en la cantidad de mujeres en las más altas esferas estatales o gubernamentales. Trece mujeres eran jefes de estado o de gobierno en 2006, en comparación con las 9 del año 2000 y las 12 de 1995. Una cantidad récord de mujeres asumieron este cargo máximo en el año 2006 –seis en total- en Chile, Jamaica, Liberia, la República de Corea y Suiza; y en Israel como presidente interino.”
Por su parte el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer (UN-INSTRAW) manifiesta que “En México, de 1995 al 2001, el promedio de presidentas municipales ha sido de 3.6%, en números absolutos durante esos siete años, 85 como mínimo a 95 como máximo, de un total de más de 2.400 municipios. Una investigación del Instituto Federal Electoral (IFE), con el sugerente título de El poder deshabitado, encontró que un 40% de los ayuntamientos del país en el año 2001, se ubicaban en la categoría 1 de total supremacía masculina.”
“La participación como regidoras de mayoría relativa y de representación proporcional, síndicas, tesoreras y secretarias del Ayuntamiento, entre 1995 y 2001 en promedio fue de 21.4%, con un mínimo de 20.6% y un máximo de 22.5%. Esto significa que la presencia de la mujer en los cargos municipales aumenta en proporción cinco veces más cuando no se trata del cargo ejecutivo de alcaldesa. En cuanto a las síndicas, por los tres principales partidos políticos, en el 2001 sólo representaron 4.9%.”
No podemos dejar de mencionar lo que señala el Informe de la X Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe “El aporte de las mujeres a la igualdad en América Latina y el Caribe” en lo relativo a “La paridad como objetivo democrático” que expresa: “Los derechos ciudadanos de las mujeres y su representación política en el contexto actual permiten plantear la paridad como un objetivo democrático posible en la medida que se resuelvan las tensiones y disputas en el espacio de poder. La desvitalización de la soberanía no siempre coincide con la búsqueda de gobernabilidad (Butler, 2006) y es posible que la tarea que enfrentan las mujeres consista en producir un salto en la historia, captando adecuadamente la constelación de actores que actúan en ella.
“Para la filosofía Sylviane Agacinski (1999), la paridad es un nuevo concepto de la diferencia de sexo y una nueva concepción de la democracia. La demanda de paridad refuta la supuesta neutralidad, reconoce la diferencia entre los sexos sin jerarquizarlos y plantea que la responsabilidad pública atañe igualmente a hombres y mujeres. Ser mujer constituye una de las dos maneras de ser humano. Para Agacinski, aunque las mujeres no sean en esencia distintas de los hombres, constituyen una categoría social y cultural distinta, debido a su tradicional exclusión del poder. Por ello, como mujeres, requieren una inclusión deliberada en el ámbito de la política. Aceptar la paridad conduce a una más exacta representatividad de la ciudadanía.”
En cuanto a nuestro ámbito local, debemos recordar la creación del Instituto Veracruzano de la Mujer (IVM) el año pasado, al frente del cual se encuentra una mujer preparada como profesionista y como activista social, quien precisamente el pasado dia martes 4 en una rueda de prensa dio a conocer algunos datos dignos de ser considerados a la hora de celebrar pasado mañana el Día Internacional de la Mujer.
Martha Mendoza Parissi expresó que “Veracruz ocupa el lugar 19 a nivel nacional en materia de violencia, destacando que 6.2 de cada 10 mujeres sufren algún tipo de violencia.” Más adelante, agregó que “el 40.3 por ciento de las personas del sexo femenino han sufrido violencia a mano de sus parejas –sea marido, cónyuge o novio-, además que el 23 por ciento de las mujeres han sufrido violencia psicológica, el 12 por ciento violencia sexual y un 30 por ciento violencia física.”
También, la directora del IVM mencionó que “el 90 por ciento de las mujeres se encuentra en el sector comercio y servicios, y que el 45 por ciento del millón y medio de mujeres que tiene 15 años o más, se encuentra en los sectores de mayor pobreza.” De igual manera expresó que “el 70 por ciento de la mujeres asalariadas perciben hasta dos salarios mínimos, lo que implica que 7 de cada 10 mujeres veracruzanas perciben hasta 2 mil 500 pesos.”
Pero más allá de teorías sobre género, sexualidades, equidad y derechos humanos pensemos en la situación nada favorable que viven miles de veracruzanas y en apoyar con nuestra confianza y respaldo las actividades del IVM, nueva institución que con una titular y dos consejos: social y consultivo, juega ya un papel decisivo en el desarrollo de Veracruz, a través de sus acciones focalizadas hacia la mujer. Sus propuestas de políticas públicas con perspectivas de género merecen el apoyo de la sociedad. Es el mejor homenaje que podemos rendirle a nuestra esposa, madre, hija, amiga, maestra, alumna o vecina.
Sugerimos visitar en blog http://www.eperezroque.blogspot.com/ en la categoría: Obra “La diversidad cultural vista desde Veracruz” los artículos “Mujeres y derechos culturales: doble discriminación y exclusión” (5/III/06) y “Mujeres y migración internacional” (24/XII/06).
sábado, 8 de marzo de 2008
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