viernes, 21 de diciembre de 2007

AGUINALDO

Los antiguos Romanos (Monarquía) llamaban strenae a los regalos que se intercambiaban los amigos en honor de los dioses y como señal de feliz augurio. Una tradición romana atribuía el origen de los aguinaldos del 1º de enero, Kalendariae strenae, al rey Tacio, de quien nació la costumbre de ir ese día a coger verbena al bosque sagrado de Strenua, la Fuerza, o strenia, diosa de la salud, con el fin de obtener la divina protección durante el año nuevo. Otra tradición suponía que el pueblo iba en procesión al palacio del rey sabino para ofrecerle al mismo tiempo que los deseos de un buen año, ramas de ese arbusto considerado como portador de la felicidad. La sencillez primitiva desapareció y los aguinaldos pasaron a constituir objetos más o menos lujosos llegando a degenerar en abuso. Las gentes aprovechaban para regalarse en las fiestas principales como las de Saturno en diciembre Saturnalia sportula y las de Minerva Minervale munus hasta que Tiberio dispuso que solo se celebrasen las calendas de enero.
Los aguinaldos eran muy variados en cuanto a su naturaleza. Los aguinaldos herbáceos corresponden a la Edad de Oro; después vino una época en que eran alimentos de todas las clases; más tarde consistieron en piezas de oro, plata y bronce, luego en muebles y vestidos. Muy frecuente era regalarse pugilarios o dípticos de uso análogo al de nuestras carteras y agendas.
Fueron los aguinaldos una práctica costosa, arrancada al pobre por el rico, pues los clientes ofrecían aguinaldos a los protectores, los ciudadanos al príncipe y los discípulos a los maestros. La fuerza de la costumbre obligaba a algunos a dar lo que no tenían. Contra la obligación de regalar escribieron los Padres de la Iglesia para evitar que muchos cristianos se olvidaran de lo que eran. Por dichos censores sabemos no pocos detalles de los aguinaldos. Por ejemplo, la costumbre de muchas gentes, sobre todo, de los habitantes del campo, de poner en las puertas de sus casas durante la noche anterior al 1º de enero mesas cargadas de toda clase de alimentos para que los consumieran los transeúntes.
Pero la Iglesia tomó del paganismo entre otras prácticas puramente exteriores y materiales, la de los aguinaldos con motivo no de la fiesta del 1º de año sino de los bautismos. Aguinaldos bautismales eran, según ciertos pasajes de escritores sagrados del siglo VI y especialmente de San Gregorio Bizanceno, los regalos donaria que parece se cambiaban entre el neófito y el ministro de la Iglesia o los padrinos y madrinas. Consistían en medallas o lámparas con emblemas o inscripciones que declaran su destino.
En la Edad Media, los reyes, príncipes y magnates continuaron celebrando la fiesta de la entrada del año, especialmente en Navidad y en Pascua pues este día fue hasta el siglo XVI el primer día del año con cuyo motivo y ocasión se intercambiaban regalos. Pero esta costumbre cuando realmente surgió con igual fuerza que en la antigüedad fue en el Renacimiento.
En Francia, desde entonces, estos regalos llamados étrennes, han constituido una costumbre entre las gentes de alto nivel aunque verdaderamente no se generalizaron hasta la época de Luís XIV. En 1793 se dictó un edicto suprimiendo los étrennes pero la protesta fue general pues entonces ya era costumbre darlos a los mozos de cafés, peluqueros, cocheros, etc. La doble costumbre de regalos y propinas se ha conservado no solo en Francia sino en toda Europa.
En Navidad en España también es costumbre que los niños vayan casa por casa cantando villancicos acompañados por panderetas, zambombas y botellas vacías de anís a modo de instrumento musical. A esta costumbre se la conoce como pedir el aguinaldo, que en este caso, en lugar de dinero, puede consistir en mantecados y otros dulces.
Este pago puede ser monetario o en especies, de forma única, y por simple pacto entre el beneficiario y el beneficiado. Aunque no es parte de la ley en la mayoría de los países, se acostumbra a darse un aguinaldo para la fiesta católica de Navidad o las Fiestas Patrias.
De nuevo en nuestro conocido café en el centro de la ciudad, un grupo de parroquianos comentaban que, en nuestro país, el aguinaldo es una prestación fundamentalmente usada por el empleado para afrontar los gastos de fin de año, tales como vacaciones, regalos y en algunos casos hasta pago de deudas, también se emplea para otros gastos. Cuatro de cada 100 personas realizan mejoras al hogar, un porcentaje igual adquiere muebles y electrodomésticos, mientras que 3.6 lo destinan a vacaciones y otros para comprar despensa, y sólo 0.8% lo aprovecha para dar el enganche para adquirir un bien inmueble o un auto, ¿es suficiente? Ahí esta el asunto, “No alcanza para ahorrar, porque nos pagan muy poco y el gobierno paga muy poco”, además no esta excento de ser gravado por el ISR.
Ciertamente (diría Fox) el Aguinaldo es un pago especial que se entrega a los trabajadores asalariados, constituyendo un salario más a las doce mensualidades. En México, la Ley Federal del Trabajo en su Artículo 87 establece que el aguinaldo mínimo será el equivalente de 15 días de sueldo base y que deberá cubrirse antes del 20 de diciembre de cada año. También establece que los trabajadores que por cualquier motivo no laboren durante todo el año, tendrán derecho al pago de la parte proporcional del aguinaldo conforme al tiempo trabajado, aunque no establece si este tiempo debe computarse por días, semanas o meses completos.
Más de 20 millones de asalariados recibirán su aguinaldo en todo el país, una prestación que los trabajadores esperan para solventar los gastos y compromisos de fin de año. Pero este dinero tan esperado no siempre alcanza ni es bien utilizado. Un sondeo elaborado por la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO), revela que una cuarta parte de los trabajadores lo utiliza para comprar ropa y calzado, 16 de cada 100 adquiere regalos y juguetes, 11.3% paga sus deudas y sólo 12% lo ahorra.
Querido lector para aprovechar al máximo este dinero que usted se ha ganado y que es producto de su esfuerzo, es conveniente hacer una planeación. La PROFECO recomienda dividirlo en tres partes. Una, para compras y gastos de la temporada navideña, o la adquisición de bienes y electrodomésticos. Otra parte puede destinarse al pago de deudas personales o aquellas que puedan representar riesgo para las finanzas personales, como son las tarjetas de crédito, créditos hipotecarios o automotrices. “Esto es con el fin de tener las deudas en un nivel manejable o no tenerlas y liberar eso recursos para ahorrar o para cualquier otro gasto”. La tercera parte debe destinarse al ahorro, para enfrentar la llamada cuesta de enero que suele prolongarse hasta los primeros meses del año.
El aguinaldo es un dinero que todo mundo estamos esperando a fin de año y la mejor manera de sacarle provecho es hacerlo de forma planeada, al hacerlo, debemos considerar los beneficios económicos y emocionales. Porque una vez pasada la efervescencia festiva, si no se tuvo cuidado y conciencia de los gastos realizados, no es de extrañar que el próximo enero venga acompañado, además de los buenos propósitos, con una realidad llena de deudas y bolsillos adelgazados, ahorro raquítico o inexistente, tarjetas de crédito hasta el tope y muchas otras cuentas por pagar.
Pensemos en los nuestros, cuidemos nuestro Aguinaldo

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