En septiembre de 2007 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) analizó el informe del Secretario General “Seguimiento de los resultados del periodo extraordinario de sesiones sobre la infancia”, cuyo contenido se refiere al avance en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y que apareció en diciembre del mismo año bajo la denominación de Avances hacia “Un mundo apropiado para las niñas y niños” y que se refiere en sus seis capítulos a la situación actual; a la salud; a la educación de calidad; a la protección contra los malos tratos, la explotación y la violencia; la lucha contra el VIH y el sida; y, lo que podemos y debemos hacer como países a favor del futuro de la niñez. Con motivo del próximo Dia del Niño, nos referiremos al aspecto “¿Qué podemos hacer a favor de la infancia?” Del capítulo 3: Brindar una educación de calidad.
El primer aspecto señalado es la inversión para el desarrollo de la primera infancia, ya que esta inversión se traducirá en el mejor comienzo posible de la vida de las niñas y los niños. La inversión en programas integrados para el desarrollo de la salud, alimentación y educación, harán que los jóvenes adquieran y ejerzan capacidades y actitudes para aprovechar de manera óptima la enseñanza preescolar y primaria.
Otro punto es la necesidad de ofrecer educación a todos los niños y niñas, lo que ya está garantizado por la totalidad de los países miembros de la ONU. Lo anterior no significa que se hayan superado las dificultades para matricular y retener a los niños y niñas con mayores índices de marginación, como los que pertenecen a las minorías étnicas, los huérfanos y otros niños y niñas vulnerables como son los afectados por las guerras y otras situaciones emergentes. Para avanzar en este aspecto con mayor rapidez y lograr en 2015 los Objetivos del Milenio, los países tendrán que invertir más recursos en sus sectores educativos. Para lo anterior, se han establecido sistemas que si bien en el nuestro no son nada novedosos, si lo son en otros como la escolarización flexible, la enseñanza simultánea de varios grados, horarios adaptados a las necesidades de la comunidad y sistemas de aprendizaje a distancia.
El tercer aspecto se refiere a la promoción de las escuelas acogedoras, lo que significa que el ámbito escolar ofrezca un entorno seguro y agradable, que permita estudiar las asignaturas tradicionales, desarrollar conocimientos para la vida práctica y aprender a pensar de manera crítica y creativa. Una escuela acogedora es una escuela integrada adecuadamente a su comunidad y que sirve como espacio donde los niños y las niñas marginadas y excluidos en otros ámbitos aquí se sientan seguros sin temor a la violencia, a la intolerancia, al rechazo y a la exclusión.
El siguiente aspecto es de plena complejidad y se encuentra de manera permanente en debate: ofrecer educación de calidad. En este rubro tienen que ver las instalaciones, el tipo de enseñanza, los materiales pedagógicos, el medio socioeconómico, los programas escolares y la intervención pedagógica de maestros y padres de familia. No cabe duda de que todos esos elementos revisten una gran importancia, por lo que es preciso mejorarlos simultáneamente, a fin de que la intervención pedagógica de los maestros y de toda la institución escolar no se vea rebasada por otros factores socioeconómicos externos a la escuela. El mejoramiento de estos factores de manera aislada o sin vinculación no producirá el mismo impacto.
Por último, se menciona la necesidad de que todas las niñas reciban educación preescolar y primaria, lo que significa que aún en los lugares más apartados y marginados se atraiga y retenga a los niños y las niñas, pues muchas veces y por diferentes factores se prefiere que sea el niño el que asista a la escuela y que la niña permanezca en su hogar ayudando a la madre o en otras tareas. Nos referimos, desde luego, a la equidad en el cumplimiento del derecho a la educación, tanto de niños como de niñas.
Estos cinco aspectos podrían parecer mínimos, pero se debe considerar que cada uno de ellos comprende muchos elementos. Por otra parte, parecieran ya cubiertos en nuestro sistema educativo nacional, pero no resulta así. Cada uno de ellos requiere un análisis que implica la inversión del Estado en el sistema educativo, la universalidad de la educación, las condiciones socioeconómicas y pedagógicas en que se desarrolla la infancia, la tan debatida calidad de la educación y la equidad de género. Resultaría ilusorio afirmar que todo lo anterior se ha cumplido en México, pues estudios concretos relativos a cada uno de estos temas pronostican que nuestro país no podrá cumplir los Objetivos del Milenio en materia educativa en 2015, por lo que los esfuerzos oficiales, de padres de familia y de la sociedad en general se tendrán que redoblar, más que descalificar, soslayar, sesgar, minimizar o satanizar cualquier declaración o resultado de estudios que señalen nuestras omisiones, carencias o deficiencias.
Para finalizar, retomamos las palabras de Ban Ki-moon, Secretario General de las ONU, que aparece en el prefacio del documento que nos ocupa “Juntos podemos alcanzar estos objetivos fundamentales, si actuamos ahora con una mayor determinación. Esto exigirá que invirtamos más en servicios sociales básicos, que mejoremos las alianzas entre los sectores público y privado, que ampliemos la escala de las estrategias y que proporcionemos a los niños y niñas un entorno sano, seguro y protector.”
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